Resolución de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI)
Los pueblos indígenas andinos y sus organizaciones nos preparamos para participar en Río+20. Porque estamos convencidos que tenemos mucho que aportar: nuestros conocimientos y prácticas ancestrales sobre el uso y la conservación del agua, nuestra riquísima biodiversidad natural y social, nuestra propuesta paradigmática de Buen Vivir. Y porque para ello necesitamos que el mundo comprenda que las soluciones de mercado son inviables, que la salida es cambiar la matriz capitalista de producción y consumo, que todo proyecto debe respetar los derechos humanos y colectivos de todos y todas.
Para la construcción de nuestras propuestas, debemos conocer cuál ha sido el proceso de discusión global sobre desarrollo y medio ambiente, para situarnos en el contexto actual y proyectarnos hacia el futuro.
Contexto de las discusiones
Mucho ha cambiado el mundo desde que, en los años setenta del siglo pasado, el tema ambiental pasó a ser parte de la agenda pública. Fue entonces cuando en los propios países industrializados se empezó a cuestionar la viabilidad de un modelo que elevaba cada vez más los estándares de producción y consumo y se basaba en una matriz energética sustentada en el creciente consumo de petróleo. Y que empezaba a mostrar diversas manifestaciones de su crisis: los conflictos en Medio Oriente, por ejemplo, que elevaron estratosféricamente los precios del petróleo.
Es así que una comisión internacional emitió el informe Los límites del crecimiento, documento que fue la base de la convocatoria de la I Conferencia Mundial sobre Desarrollo y Medio Ambiente, que se reunió en Estocolmo, Suecia, en 1972. Allí se hizo un primer diagnóstico de los ecosistemas y se evidenciaron los problemas del cambio climático y de los ecosistemas. Y se habló de la búsqueda de un modelo que no tenga como único eje el crecimiento económico.
De estas primeras discusiones deriva el concepto de desarrollo sostenible, el cual plantea sostener un modelo económico sin afectar la disponibilidad de recursos de las generaciones futuras.
Doce años después, en octubre de 1984, se reunió por primera vez la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, atendiendo el llamado de la Asamblea General de Naciones Unidas para establecer una agenda global para el cambio. Esta Comisión publicó en abril de 1987 su informe Nuestro Futuro Común, el cual plantea la posibilidad de obtener un crecimiento económico basado en políticas de sostenibilidad y expansión de recursos ambientales.
Como vemos hasta aquí, el mundo podía admitir, en mayor o menor medida, la crisis del sistema. Pero no planteaba un cambio radical, solo algunas políticas de mitigación. No contaba con que el poder económico de las corporaciones multinacionales pasaría a consolidarse también como un creciente poder político.
Derechos indígenas
De manera paralela a esta discusión, se desarrollaba otro proceso: el de la emergencia del movimiento indígena a nivel internacional. En los años sesenta y setenta ya habían aparecido las primeras organizaciones nacionales, en los años ochenta nacen las organizaciones regionales. Y se realizan conferencias internacionales.
Entonces el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas, constituido principalmente por organizaciones norteamericanas, europeas y amazónicas, empieza a visibilizar las perspectivas de los pueblos indígenas, que hasta entonces estaban mediadas por los representantes de los gobiernos en espacios como la Organización Internacional de Trabajo (OIT), cuya Conferencia General adopta en 1989 el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes.
Casi dos décadas después, la Asamblea General de la ONU adoptó en septiembre del 2007 la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
La Conferencia de Río’92
La Cumbre de la Tierra Río 92 hace posible visibilizar los derechos de los pueblos indígenas en relación al medio ambiente. Hasta entonces eran dos temas que marchaban por cuerdas separadas, sin articularse. Por primera vez también se vinculan la diversidad natural y la diversidad biológica, al reconocer que la mayor parte de las regiones del mundo con alta biodiversidad se ubica en territorios de pueblos indígenas.
Estos reconocimientos derivan al tema de los conocimientos ancestrales y por este camino se llega hasta el Convenio sobre la Diversidad Biológica, adoptado en 1992.
En Río+20 se dice que los Estados deben garantizar el control de los pueblos indígenas a sus territorios, incluidos sus lugares sagrados, que contienen la biodiversidad más rica del mundo. Deben garantizar también la participación de los pueblos indígenas en la conservación y uso racional de su medio ambiente. Y deben respetar nuestros conocimientos tradicionales.
Los documentos oficiales de Río’92 evidencian las amenazas a los territorios y hábitats indígenas: megaproyectos de infraestructura, actividades extractivas como minería, petróleo, gas, forestales, monocultivos, agroindustria, que causan el desplazamiento de los pueblos indígenas. Se aprueba la Agenda 21, con líneas específicas, indicadores y plazos que luego son recogidos en el Protocolo de Kioto. Se incorpora el tema de la pobreza al debate sobre el desarrollo sostenible.
El debate sobre medio ambiente y desarrollo siguió produciendo nuevas reuniones e instrumentos internacionales: el Foro Medioambiental Mundial, la Convención sobre los Humedales o Convención de Ramsar, la Convención para la protección del Patrimonio Cultural y Natural del Mundo de la UNESCO, el Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques, el Fondo Medioambiental Mundial, el Programa de la ONU para el Medio Ambiente y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Grave retroceso
Diez años después de Río+20 se reúne en Johannesburgo, Sudáfrica, una nueva Cumbre que significó graves retrocesos en lo avanzado en la primera Cumbre de la Tierra respecto del reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas.
Desde la organización misma de la Cumbre de Johannesburgo se bloqueó el trabajo de incidencia de los movimientos sociales y los organismos no gubernamentales, los que incluso fueron reprimidos, con detenciones y requisa de materiales. Es allí donde se consagra la “economía verde”, que es la mercantilización de la naturaleza con que se pretende legitimar un modelo económico, social, ambiental y políticamente en crisis.
En Johannesburgo triunfa el neoliberalismo, predominan los intereses de las corporaciones multinacionales y de la Organización Mundial de Comercio. Los fondos para la protección del medio ambiente son drásticamente recortados.
Este es el proceso global que nos lleva hasta Río+20, donde los pueblos indígenas debemos estar presentes para incorporar importantes temas a su agenda: entre ellos poner énfasis en los derechos territoriales, la diversidad biológica y cultural, el balance del cumplimiento de los objetivos de Río’92, la protección y promoción de los conocimientos ancestrales, la participación, la consulta y el consentimiento previo libre e informado.
Propuestas de los Pueblos Indígenas Andinos para Río+20
Rechazo a la economía verde que mercantiliza la Madre Tierra y fortalecimiento del Buen Vivir como alternativa a la crisis de civilización
El rechazo al modelo de economía verde, que profundiza la mercantilización de la Madre Tierra, y la apuesta por la profundización del Buen Vivir como alternativa al cambio climático y la crisis de civilización, fue la conclusión central del Seminario de Discusión sobre Cambio Climático y Río+20 desarrollado por la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) los días 14 y 15 de marzo en Lima.
Los participantes, líderes, dirigentes y autoridades de los pueblos indígenas de Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, discutieron durante dos días los alcances y acuerdos de las conferencias mundiales sobre medio ambiente y desarrollo realizadas hasta le fecha, en particular lo relacionado con los compromisos internacionales frente a los pueblos indígenas, así como los temas centrales de Río+20: desarrollo sustentable y economía verde. Con estos insumos, construyeron las propuestas que la CAOI llevará a Río+20.
El Seminario discutió y aprobó las propuestas que la CAOI compartirá con los pueblos indígenas del Abya Yala y otros continentes para incidir en el enriquecimiento del Borrador Cero del documento que será discutido y aprobado en Río+20, titulado El futuro que queremos.
Buen Vivir
El primer compromiso emanado del Seminario fuel el de globalizar la propuesta de los pueblos indígenas del Buen Vivir (Sumak Kawsay, Sumak Qamaña, Allin Kawsay) frente al cambio climático, el problema más visible de la crisis de civilización, y las falsas soluciones basadas en los mecanismos de mercado con las que se pretende enfrentarlo.
Asimismo, formular un llamado a la comunidad internacional para reflexionar sobre las causas de fondo de la crisis, al fin de alcanzar una visión holística de los problemas. Porque desde la visión de los pueblos indígenas no es posible una salida exclusivamente técnica o exclusivamente económica a la crisis ambiental: la solución debe ser integral porque todo está interrelacionado, todo es un solo cuerpo, un solo ecosistema.
En ese marco, los pueblos indígenas afirmamos que la biodiversidad natural y la biodiversidad cultural están ligadas y deben protegerse en la misma medida. Esto implica el respeto de las culturas, sus conocimientos y sus prácticas, así como el fortalecimiento a la gestión de los pueblos y comunidades que habitan en zonas de alta biodiversidad, incluidos todos sus bienes naturales.
Conocimientos ancestrales
El Borrador Cero, concluyó el Seminario, debe reconocer y proteger los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas y proteger sus sitios sagrados. La recuperación y protección de saberes ancestrales colectivos de los pueblos indígenas debe contar con las salvaguardas necesarias.
Además, se debe explicitar que estos saberes no podrán ser violentados por ningún acuerdo normativo de protección de la propiedad intelectual a favor de empresas privadas. Y ninguna medida de protección de la propiedad intelectual debe ser un obstáculo para la transferencia de tecnología, que es una obligación de los países del Norte.
Otros puntos claves ausentes en el Borrador Cero son la necesidad de conservación de las fuentes hídricas, glaciares, páramos y cabeceras de cuenca; la urgencia de que los Estados acuerden acciones para garantizar tanto la seguridad como la soberanía alimentaria; y la implementación de políticas claras de bioseguridad.
Enfoque de derechos
La garantía a la participación de todos los pueblos y culturas en el ciclo de las políticas vinculadas a la economía verde y el desarrollo sostenible deben ser expresamente reconocidos.
Además, deben establecerse sistemas de salvaguarda, basados en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, para el proceso de implementación y financiamiento de políticas y programas de desarrollo sostenible y de economía verde. En particular, reafirmar el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas y comunidades locales involucrados. Por ello, el documento también tiene que hacer explícito el Convenio 169 de la OIT y no solo la citada Declaración de Naciones Unidas.
El documento hace referencia a la Pachamama, pero no hace explícita la necesidad de una Declaración de los Derechos de la Madre Tierra. Esto debe ser vinculado a un instrumento jurídico como el Tribunal de Justicia Climática que sancione los actos que vulneren los derechos de la Madre Tierra.
Equidad de género
La Coordinación de las Mujeres de la CAOI realizó una reunión previa de las líderes indígenas de sus organizaciones integrantes (CONAMAQ, ECUARUNARI, ONIC y CONACAMI), la misma que llevó sus propuestas al Seminario.
Estas propuestas se resumen en la necesidad de que el Borrador Cero contenga la visión de mujeres, infancia y juventud de forma transversal. Incluir el reconocimiento de la mujer indígena como transmisora de los saberes indígenas a través de la lengua materna. Hacer explícitos los efectos del cambio climático para la mujer (migraciones, más responsabilidades) y acordar medidas para afrontar estos problemas. Y garantizar el derecho al acceso a los territorios de las mujeres para asegurar la supervivencia de los pueblos.
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